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AMIGOS DE SHOPPING EN PARÍS: HOMENAJE A KENZO

Corría el año 1990 y era la semana de la moda de París. Éramos tres amigos que nos encantaba la moda y decidimos viajar ese fin de semana a París para ir de compras. La capital francesa y de la moda estaba como un hervidero de gente. A nosotros nos encantaba Kenzo Takada, el primer japonés que llevó a París la alta costura oriental.

 

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Cuando llegamos, empezamos nuestra mañana en su tienda, en Kenzo. Subimos a la primera planta y comenzamos a mirar unos pantalones que nos gustaban mucho y unas prendas muy fashion. En ese momento, se nos acercó una dependienta. Recuerdo lo alta y guapa que era. Rubia, vestida impecable con un atuendo militar. Nos miró y nos preguntó en francés, por supuesto, si deseábamos alguna cosa. Nosotros, que controlábamos el idioma perfectamente, le respondimos que solo estábamos mirando.

 

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Todo cambió cuando la dependienta, alta, rubia y guapa, nos dice con tono impertinente que no se puede copiar. Yo, atónito, le respondí que no íbamos a copiar nada, que solo estábamos mirando tallas y colores. No pareció servirle mi respuesta: se fue susurrando españoles de mierda, por supuesto, en francés.

 

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Mientras se alejaba de nosotros fui directo donde ella. Le pedí que me repitiera lo que acababa de decir, pero no me hizo caso y siguió alejándose. Ahora, además de recordar lo rubia, alta y guapa que era, también me acuerdo de su mirada de desprecio. Mis amigos y yo nos quedamos tan impactados que decidimos llamar a la encargada de la tienda para explicarle lo que acababa de pasar. Solo queríamos una disculpa por su parte, de no ser así, se nos pasó por la cabeza hasta llamar a la policía. La encargada nos pidió que esperáramos un momento mientras iba a buscarla. Al regresar nos dice que la dependienta se niega a venir porque está ocupada en el almacén.

 

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Insistimos, pero no surgió efecto. Al ver que no íbamos a recibir ningún tipo de disculpas, le dijimos a la encargada que volveríamos en dos días para demostrar que los pantalones que estábamos mirando no solo no los íbamos a copiar, sino que ya los habíamos comprado en Londres en una tienda multimarca de South Molton Street.

 

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Bajamos las escaleras de caracol para salir de la tienda y cuando estábamos a punto de hacerlo, vimos que todas las dependientas se asomaron por la barandilla del primer piso a aplaudir. Al principio no sabíamos por qué, luego nos dimos cuenta de que en realidad estaban aplaudiendo que nos fuéramos, en protesta por su compañera, defendiendo algo que para nosotros era inaudito. 

 

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Como advertimos, regresamos a los dos días con los pantalones que estábamos mirando cuando nos llamaron españoles de mierda. Llevábamos tres colores diferentes, todavía me acuerdo de ellos: negros, caqui y nude. Al llegar, lo primero que hicimos fue reclamar que viniera la encargada. En esta ocasión, estaba más amable. Fue a buscar a la dependienta y esta, que mantenía su falta de educación, me miró y me dijo “pardonne-moi, monsieur” y se fue como un relámpago por donde había venido.

 

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A decir verdad no era la disculpa que esperábamos, pero dadas las circunstancias, nos sirvió como tal. De todas formas y pese al desagradable incidente, nosotros seguíamos admirando a Kenzo, así que compramos unos cuantos outfits y algunos regalos para nuestros amigos.

 

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Lo que no sabíamos es que lo mejor estaba por llegar. Nos obsequiaron con unos regalos a modo de disculpa mientras pagábamos. Justo en ese momento, cuando parecía que nuestra aventura en la tienda había terminado, aparece Kenzo Takada con una sonrisa y una reverencia muy japonesa. Fue él mismo, el diseñador que tanto admirábamos, quien nos pidió disculpas por el trato recibido y nos dijo que esperaba vernos de nuevo en la maison Kenzo…

 

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Lo que comenzó siendo un día de compras truncado por París, se convirtió en un final feliz y un recuerdo para toda la vida gracias a él. Este es mi pequeño homenaje a un hombre que marcó toda una generación, junto con Valentino y Armani.

Kenzo falleció el pasado 4 de octubre a causa del coronavirus. Esta pandemia se ceba, una vez más, con el mundo de la moda.

D.E.P., Kenzo Takada

 

Okinawa

Fran Larrañaga
Director de la revista KOAX Magazine

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