Cuando entras en Hermanos Vinagre está muy claro que es un sitio diferente. Un lugar cuidado y moderno que se convierte en la gran apuesta de la capital.
El chef y empresario Enrique Valentí abre en el barrio de Chueca una segunda sucursal de Hermanos Vinagre, el castizo bar abierto a principios de año a orillas del Retiro que se ha convertido en un referente para los amantes del aperitivo.
Su propuesta gira en torno al mundo a las conservas (encurtidos, salazones, ahumados y escabeches) en versión 2.0, esto es adaptadas al siglo XXI y elaboradas de forma artesanal, e incluye vermú casero, cañas bien tiradas, vinos por copas y algún que otro cóctel clásico como sangría blanca y tinta, limonada sin y con alcohol, Bloody Mary o Gin Tonic.
En febrero de 2020 el cocinero y empresario madrileño Enrique Valentí y su hermano Carlos ponían en marcha Hermanos Vinagre, un bar inspirado en los de toda la vida y ubicado en la calle Narváez que enseguida se convirtió en un referente para tomar el aperitivo en la zona del Retiro. El éxito del concepto, que ya nació con vocación de expandirse a otros barrios con el fin de divulgar el laterío de calidad, ha motivado ahora la apertura de un segundo Hermanos Vinagre en Chueca (Gravina, 17) en el que replican la carta tanto de comida como de bebida y la estética y el alma de esos bares que enganchan y de los que no te quieres marchar.
CLÁSICOS CONTEMPORÁNEOS
En Hermanos Vinagre, Valentí reivindica el aperitivo de siempre y las conservas «típicas, tópicas y castizas» a las que da una vuelta de tuerca, carácter prémium y un toque de modernidad. Su propuesta, clásica y a la vez contemporánea, es diferencial por varias razones: utiliza un producto de máxima calidad procedente de proveedores «top»; todas las preparaciones (encurtidos, salazones, escabeches y ahumados) son de elaboración propia y apuesta por presentaciones divertidas y originales. Destacan, por ejemplo, la de los berberechos al natural, en una gran concha estriada sobre hielo y acompañados de unas pipetas de salsa picante y de lima para aliñarlos al gusto; la de la ensaladilla (sabrosa, suave y bien ligada), que se sirve en una matrioska, y la de la ensalada alemana, que llega en una graciosa versión masculina de la muñeca rusa.
Entre sus propuestas sobresalen además las gildas (pinchos de aceitunas, piparras y anchoas) y banderillas variadas (de anchoa, pulpo, atún fresco, bacalao ahumado, boquerones en vinagre, etc.); las anchoas del Cantábrico (que se pueden tomar solas preparadas y aliñadas, sobre una tosta de mantequilla, con pimiento verde confitado o en el clásico matrimonio); los mejillones en escabeche ahumado, de calibre XXL y carne firme, acompañados de patatas fritas; el bonito picantito; el atún fresco tratado como si fuese mojama y acompañado de AOVE y almendras; los muslitos de codorniz en escabeche; el foie mi-cuit escabechado; la sobrasada, picante y untuosa, hecha con carne de buey madurada de cárnicas Lyo; el tartar, también de carne madurada de la misma proveedora o los chicharrones de Cádiz.
Absolutamente todo, incluidas las chips, es de factura casera y no se descarta que en un futuro próximo empiecen a comercializar las conservas en retail para su consumo en el hogar.
VERMÚS, SUSPIROS Y BUENA MÚSICA
Para beber, Hermanos Vinagre Chueca propone cerveza, vermú artesano, vinos por copas y cócteles clásicos propios del aperitivo como sangría blanca y tinta, limonada sin y con alcohol, Bloody Mary o Gin Tonic entero o en formato medio, una fórmula que llaman Suspiros y que es ideal para abrir boca. En cuanto a la decoración, como el local de Narváez, es obra del estudio de Cristina Carullo y sigue la línea de su predecesor, con detalles que remiten al bar castizo de siempre (las barras de acero inoxidable, el espejo pintado, los servilleteros…) aunque con mayor protagonismo del color rojo. La calidez del espacio, la amabilidad del servicio y una vibrante selección musical que incluye temas legendarios del pop-rock español contribuyen, junto con su oferta, a crear una atmósfera buenrollista que atrapa al comensal más allá de la hora del aperitivo: «Aunque nuestra propuesta está enfocada a un tapeo rápido –señala Valentí–, la gente no tiene prisa por irse y esa es nuestra mayor satisfacción».
Con este nuevo proyecto, Enrique Valentí, que se autodefine como «guisandero y conceptualizador de espacios», vuelve a enarbolar la bandera de la tradición culinaria y se confirma como el adalid de los escabeches y los ahumados, antiguas formas de conservación a las que da una vuelta de tuerca dotándolas de contemporaneidad.
HERMANOS VINAGRE CHUECA
Gravina, 17. Madrid
91 524 91 31
HERNANOS VINAGRE NARVÁEZ
Narváez, 58. Madrid
91 539 11 69