Al fin en solitario, el chef Javier Muñoz-Calero se lanza de lleno en este bonito proyecto que nos ha conquistado nada más llegar. Un espacio diferente. Luminoso. Elegante. En el que cada detalle ha sido estudiado minuciosamente y se nota.
Un restaurante creado con mucho cariño e ilusión. Una ubicación original fuera de todo el jaleo de la capital. Ovillo se erige en una enorme nave industrial en el distrito de Ciudad Jardín convirtiéndose en un auténtico paraíso en pleno Madrid.
Ovillo constituye la suma de las experiencias vividas por Muñoz-Calero a lo largo de su trayectoria profesional y como él mismo dice “ahora toca tirar del hilo para sacar lo mejor que lleva dentro ese ovillo” y esa es el origen del nombre del restaurante.
Un ovillo que reúne una cuidada propuesta gastronómica en una ubicación única y maravillosa diseñada por Paula Rosales del estudio Moreco y el paisajismo de la mano de Jerónimo Ferrer que apuesta por la luz natural y enormes espejos… Merece la pena ir a verlo y dejarse conquistar por la esencia y el encanto de Ovillo.
En cuanto al servicio, destacar un trato realmente ejemplar y que además esconde un bonito proyecto solidario ya que más de la mitad de la plantilla procede de la Fundación Raíces que busca la incorporación laboral y social de jóvenes españoles y migrantes en situación de vulnerabilidad aportando así su granito de arena solidario. En la cocina de Ovillo se tejen platos en los que los productos de temporada adquieren un protagonismo indiscutible para ensalzar una cocina clásica y sin estridencias ejemplo de un increíble saber hacer en los fogones.
Dos opciones: por un lado, una divertida barra para tapear (una lástima que en estos momentos por causa del COVID permanezca a la espera de que se normalice la situación), y por otro una opción de restaurante convencional para comidas y cenas más formales. Un nuevo concepto que nos enamora nada más entrar y cuya propuesta gastronómica engancha ya que está compuesta por una sucesión de platos que dejan el listón muy alto.
Comenzamos con un aperitivo de grillete de conejo con pan de papadou que nos hizo prever las delicias que nos aguardaban. Seguido de unas increíbles patatitas soufflé con los mejores mejillones ahumados que hemos probado hasta ahora. Un productazo en toda regla que dio paso a una espectacular ensalada de pimientos asados, una auténtica explosión de sabor que junto con la espectacular vieira gratinada con nabo deshidratado nos auguró que Ovillo es un restaurante de referencia al que merece la pena ir, con el peligro de que engancha.
A continuación, una insuperable gamba roja a la sal ahumada con una elegante presentación que nos invitó a continuar pecando y disfrutando de lo lindo. Y así lo hicimos con un brutal panaché de verduras con huevo de corral que sitúa a las verduras en otra dimensión. Intrigados probamos el chipirón en salsita de su propia tinta escabechada. Sabroso y potente. Un plato muy recomendable que eclipsó ligeramente a la corvina a la plancha sobre pisto de calabacín, aunque también estaba sensacional, sencillamente, nos sentimos un poco obligados a frenar nuestros merecidos halagos. Por último, la carrillera con parmentier de patatas es una verdadera delicia que apenas nos dejó lugar para los postres. Aún así, hicimos un mínimo esfuerzo para saborear y disfrutar la tacita de chocolate con chantilly y la tarta de queso de tetilla y base con migas de palulú acompañada de un helado de frambuesa con crumble de galleta, ambas opciones muy acertadas.
En Ovillo, Muñoz Calero derrocha ilusión y ganas tirando de ese maravilloso hilo que enamora a través de sus deliciosos platos que plasman toda la esencia de la buena cocina elaborada con cariño. Un sueño hecho realidad que conquista hasta tal punto que nada más terminar estamos deseando regresar, con eso queda todo dicho…
Restaurante OVILLO
Dirección: Calle Pantoja 8, Madrid
Telf. 917 373 390
Precio Medio: 50€
Menú Degustación “Tirar del Hilo”: 60 €/persona