Decir “no”, no siempre es fácil y a muchas personas les resulta verdaderamente difícil el poder hacerlo, es un tema personal, pero también cultural en muchos países. Es el caso de Tailandia donde decir “no” les resulta especialmente difícil. A este país se le conoce como el país de la sonrisa, donde sus habitantes son habitualmente muy amables y serviciales, y su cultura colectiva está muy orientada a ayudarse los unos a los otros y a evitar la confrontación.
Si traducimos “si” se escribe chai y “no” se escribe mai chai, que sería para nosotros cómo “no si”, esto nos da una idea de lo que les cuesta decir “no”, así que podríamos decir que es un “no” muy suave y que cuando te lo dicen, es a su pesar y con la cabeza baja, con la mano en el rostro y con una pequeña reverencia para expresar una disculpa. Por eso nos sorprende tanto, sobre todo al principio, que nunca digan que “no”, y que todo sea un “sí”, aunque luego, puede que sus actos nos demuestren que había sido un “no”. Después de un tiempo y cuando conoces su cultura aprendes a ver estas sutilezas y entiendes que los tailandeses tienen esa disposición a complacer a los demás y a no quedar mal.
Otro marco geográfico donde decir “no” cuesta especialmente es en Latino América, y quiero ilustrarlo justamente con una conversación que tuve hace poco con Alan, un amigo latinoamericano que me contaba, que desde allí a los españoles se nos percibía como muy duros, y le pregunte que si era por el acento, y me comentó que en parte sí, pero que sobre todo era por la manera de decir “no”, pues contestar “no” directamente, no suele ser muy habitual en ese continente.
En esto doy fe también personalmente, pues estuve una época viviendo en México, y si que notaba que decir “no”, costaba especialmente, allí se adorna mucho la negación, tanto que a veces no te queda clara la intención, o te quedas con la sensación de un “sí”cuando en realidad es “no”.
En general hay una tendencia en las culturas colectivistas a evitar el “no” donde la persona está más al servicio de la comunidad, frente a otras culturas más individualistas donde la persona está menos condicionada por las relaciones familiares o colectivas y donde decir un “no”, no supone tanto rechazo o evitación. Un anhelo universal en los humanos es la de pertenencia a un grupo, la de ser aceptados, y por contra el miedo a ser rechazados, por eso en muchas ocasiones anteponemos las necesidades y deseos de los demás a los nuestros.
También está el tema de empatizar con los demás, que muchas veces lleva a no contrariar a la otra persona. Tenemos la tendencia a decir que “sí”, porque decir “no” podría implicar entrar en un conflicto. Cada persona es diferente, y vemos el mundo con nuestras gafas de las creencias , con lo que nos han inculcado desde pequeños, y donde el entorno y la cultura tienen un gran peso, como hemos visto en los ejemplos que aquí he compartido.
Pero lo que es verdaderamente determinante, es nuestra interpretación de esa realidad, cómo reaccionamos y con qué actitud respondemos a las personas y situaciones, y esto es un tema personal y un trabajo interno de cada uno. En este punto la autoestima tiene mucho que decir, y tenerla equilibrada y fuerte nos ayudará y mucho con el tema de la asertividad en las respuestas, y a poder decir “no” con seguridad.
¿Qué es la asertividad?
Es la habilidad de expresar claramente y de manera respetuosa lo que se quiere o lo que se piensa, respetando y sin vulnerar a los demás. LA ASERTIVIDAD es también una actitud ante las personas y la vida en general, se trata de defender nuestros derechos, creencias, sentimientos y de poder expresar nuestras propias ideas y opiniones, sin que nos sintamos culpables y no dejando que otras personas o situaciones lo hagan por nosotros.
Justamente en la manera de defender nuestros derechos, ideas o pensamientos, las personas se suelen polarizar y se alejan de la asertividad. En los extremos podemos encontrar dos perfiles muy característicos:
Personas con respuesta PASIVA; que suelen anteponer los deseos de los demás a los suyos y no expresan sus desacuerdos, a los que acompañan después sentimientos de resentimiento, enfado y de indefensión.
Personas con respuesta AGRESIVA; que van exigiendo un sí como respuesta y que no tienen en cuenta los sentimientos de los demás. Tienen tendencia a amenazar o intimidar a las otras personas.
Por ejemplo: pides una manzanilla en un bar, y el camarero te trae una tila; si eres una persona con una actitud pasiva seguramente no dirás nada y te la tomarás aun sin ser lo que querías. Si eres del perfil agresivo, rápidamente lo dirás, incluso poniendo en evidencia al camarero y probablemente de malas maneras. Si eres una persona asertiva, lo hablaras con el camarero, clarificando el tema, y sin querer discutir, ni querer quedar por encima, y con educación le pedirás el cambio del producto, es decir, defenderás tus derechos, pero sin menoscabar a la otra persona.
La asertividad tiene mucho que ver con la autoestima y con la consideración que tengas hacia ti mismo, con tus valores y con tu autorresponsabilidad. Así pues, como te trates, te cuides, te hables, y te respetes, harás lo mismo con las demás personas. Clarificar y poner los límites es tu responsabilidad, así como también la manera de hacerlo.
¿Cómo puedes ser asertivo?
Expresa tus ideas y sentimientos de manera muy clara, y contundente, siendo respetuoso y sin culpabilizar a la otra parte.
Acepta las ideas y opiniones de la otra persona.
Habla en primera persona y de manera en la que puedas implicar a la otra persona: “yo siento” “tengo esta idea” ¿sería buena idea si…? ¿Qué te parece si?
Mantén el contacto visual al hablar, te dará seguridad.
Ten un mensaje claro y contundente, pero sin atropellar ni amedrentar a la otra persona. Te ayudará tu expresión y tu cuerpo, ya sabes que la mayoría de nuestra comunicación es no verbal.
Precisamente el tema de no saber decir “no” es una cuestión que me encuentro a menudo en mis sesiones como coach personal, y tienen como base los motivos que hoy he compartido en este artículo. Aunque también hay otro motivo que tiene mucho peso y es que en muchas ocasiones tenemos la sensación de que si decimos “no”, y priorizamos nuestras opiniones, deseos y necesidades nos van a percibir como egoístas. Cuando en realidad, es un ejercicio de responsabilidad, de autoestima y de respetarnos y hacernos respetar, poniendo los límites, a temas, situaciones y personas que no nos hacen sentir bien o que vayan en contra de nuestras ideas o necesidades.
Hazte consciente que también puedes entrenarte en el arte de decir “no” y que como todo es mediante la práctica, la experiencia, el hacerlo, llevarlo de la teoría, a la acción.
Además tiene beneficios que quizás no te hayas parado a pensar y que cuando conozcas seguro te animarán a ponerlo en práctica. Piensa en primer lugar que si aprendes a decir “no” también te estarás preparando para saber aceptar un “no”, siendo así más tolerante a la frustración. También serás menos dado a sentirte ofendido cuando alguien te pueda decir un “no”.
Harás respetar tus puntos de vista, tus valores e ideas y de igual manera aceptarás y respetarás los de los demás. Serás una persona más asertiva, con lo cual decir “no” argumentando y clarificando los temas y por supuesto sin vulnerar a nadie, te hará sentir muy bien contigo mismo elevando tu autoestima. Además serás percibido como una persona íntegra y segura. Serás coherente entre lo que piensas, sientes y lo que finalmente dices, y eso te hará sentir muy bien y te evitará mucho estrés y sufrimiento gratuito. En muchas ocasiones la felicidad llega, cuando sabemos lo que NO queremos en la vida.
Y como siempre te digo; prueba y comprueba, porque sin experiencia no hay aprendizaje. Y aquí me tienes como siempre, si me necesitas para cualquier proceso de cambio o reinvención en tu vida personal o profesional.
Feliz día
Coach Personal y Ejecutivo